Durante milenios, el hombre ha vivido bajo la luz del sol y se ha sumido en la oscuridad de la noche, sólo iluminada por la luna y las estrellas. Ese patrimonio natural está a punto de desaparecer
La oscuridad del cielo nocturno es un patrimonio que durante siglos han disfrutando los habitantes del planeta, sin fronteras. Ahora está en clara recesión, incluso en peligro de extinción y ahora solamente es posible en los valles más profundos y montañas más altas de la Tierra.
Nos hemos acostumbrado de tal manera a la contaminación lumínica, a la luz innecesariamente intensa que nos rodea en las ciudades, que ni siquiera echamos de menos la oscuridad natural de la noche.
Ésta es la reflexión que se plantea en un documental ‘Pirineos La Nuit’, dirigido por el astrofísico del Planetario de Pamplona Fernando Jáuregui. Aborda uno de los aspectos medioambientales más importantes y a menudo olvidados: la oscuridad natural de la noche. Alerta de la creciente contaminación lumínica y sus efectos en el medio ambiente, al tiempo que reivindica la oscuridad natural para proteger a la fauna y flora autóctona.
La idea es que tener más luz en la noche no siempre es lo mejor.
La luz artificial, denuncia Jaúregui, «es uno de los pocos contaminantes que no se está controlando, que no se está mirando, y que se está estudiando con muchas dificultades, y por eso probablemente está aumentando a un ritmo bastante importante y descontrolado».