UN 60% DE LA POBLACIÓN EUROPEA NO PUEDE VER LA VÍA LÁCTEA POR LA LUZ EMITIDA
Las luces nocturnas de las grandes ciudades son una gran atracción para los turistas. Madrid, Nueva York o París cuentan con una gran iluminación artificial que magnifica y resalta los encantos de la ciudad. No obstante, esta aparente belleza esconde un grave problema tras ella: la contaminación lumínica.
La contaminación lumínica se produce por fuentes de luz artificial y hace referencia a la presencia anormal de luz durante la noche. El exceso de energía de las luces artificiales y la falta de protección en farolas y paneles, causa que esas radiaciones se reflejen el suelo y se emitan directamente al cielo, generando una alta contaminación.
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Consecuencias
En el plano ambiental, un alto consumo energético conlleva emisiones de gases de efecto invernadero. Además, también se alteran los ciclos de algunos animales, especialmente de las aves, puesto que la presencia de luz artificial les provoca desorientación y la ceguera causada por las luces hacen que choquen contra los edificios.
Los animales marinos tampoco están exentos de estos efectos. Desde Efe informaron que la contaminación lumínica provoca que, al nacer, las tortugas marinas confundan el brillo de las ciudades con el del océano, provocando que se desplacen en la dirección equivocada. Esto causa que miles de ellas mueran a lo largo del año.